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viernes, 1 de mayo de 2015

HAPPY HIPPIE HIPPO FARM (WOODSTOCK FESTIVAL, 1969), Sheyla Manzanos Valpuesta



En la historia, se producen grandes acontecimientos que marcan un antes y un después, por puro azar, como el descubrimiento de América, el champagne y el amoniaco, aunque a decir verdad, cierto conjunto de factores hace que el azar no sea tan trivial. Pues eso es lo que pasó en los campos de una granja en el condado de Ulster, Nueva York, en 1969.



Un acontecimiento, del que se esperaba un festival de segunda, con alguna cara famosa (por lo que se dijo, Bob Dylan rechazó la invitación y no pareció hasta años más tarde, además de The Doors, aunque puede que Jim Morrison tuviera excusa pues estaba pendiente de juicio).



Un ambiente distendido, romántico, sexualmente abierto y poco o ningún control de limpieza. Cierto también que el ambiente fue alegre, festivo, las drogas (nueve de cada diez personas fumaron marihuana en los tres días de festival), las ansias de paz por los chicos que habían caído o seguían en las junglas del sudeste asiático, la revolución sexual que surgió en los 60.



Todo esto poco a poco se introducía en la sociedad tradicionalmente conservadora y temerosa de dios estadounidense, y que no hubo una sola papelera o equipo de limpieza alguna (acudieron más de 500.000 personas de las que los propios organizadores y la policía cifraban de un máximo de 6000), fue cierta.


El porqué fue un antes y un después lo que sucedió en esos 3 días dignos de orgía de dionisios a base del rock de Jimi Hendrix, la colosal y perturbadora voz de Janis Joplin, en el aire libre, la naturaleza, el alcohol y las drogas y el sexo abierto e indiscriminado, es que se puede calificar con todos los adjetivos que definen los sentimientos vividos en la sociedad americana, especialmente en su juventud.



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